Islas Marquesas y Gauguin




LA LEYENDA DE LA TIERRA DE LOS HOMBRES (LA CREACIÓN DE LAS MARQUESAS)

Esta leyenda, piedra angular y reflejo del alma del pueblo marquisiano, relata de un modo alegórico la creación de las Islas Marquesas:
Al principio de la humanidad, dos divinidades, Oatea y Atuana, reinaban sobre la inmensided del mar. Un día, al atardecer, Atuana deseó vivir en una casa; entonces Oatea va creando cada isla como partes de ésta: Ua Pou, los postes; Hiva Oa, los cordajes; Nuku Hiva; y Fatuiva, el techo de hojas de cocotero; Tahuata, y, casi en el amanecer, Mohotani y Eiao.

Mohotani y Eiao ya no están habitadas en la actualidad

Gauguin sin dinero, después de vender su colección de pinturas impresionistas y cada vez más forzado por la necesidad de ganarse la vida ya que apenas vende sus obras, decide en 1891 irse a Tahití. Gauguin decía: "sólo quiero crear un arte sencillo. Para ello necesito empaparme de una naturaleza virgen, no ver nada más que salvajes".

El resto de su vida lo pasó en Tahití y en las islas Marquesas, a excepción de una visita a Francia. Se evade de la sociedad de su época para encontrar en un entorno y entre gentes no corrompidas por el progreso, las condiciones de autenticidad e ingenuidad primitiva en las que puede florecer su pintura. Su exploración de la naturaleza y de las gentes de lejanos países no es una vuelta al exotismo romántico.

Gauguin se alejó de la cultura de Occidente y procuró integrarse en la vida local. Se familiarizaría con los indígenas e incluso tomó como compañera a una de ellas, se habituó a sus costumbres y se esforzó por comprender su religión. En el plano artístico, se basó en los elementos del folclore de la isla, observando las cosas que veía e intentando ir más allá de ellas. Su paleta se enriqueció con colores puros y cálidos creando un vocabulario personal y un estilo lleno de simbolismo, cobrando gran fuerza expresiva. La luz pierde importancia a favor de la exaltación del color, principio en que se basa años después el fauvismo. La fascinación de sus cuadros radica en las amplias zonas de colores y en sus figuras grandes, contorneadas de manera nítida. Renuncia a la perspectiva, suprime el modelado y las sombras y la sensación de plano es igual que en las pinturas japonesas.

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